¿QUÉ ES LO QUE
DESORGANIZA MÁS EL MOVIMIENTO OBRERO: LA LUCHA ORGANIZADA DE LOS GUERRILLEROS O
BIEN LA FALTA DE RESISTENCIA?
Comencemos
por el principio. ¿Cuáles son las exigencias fundamentales que todo marxista
debe presentar para el análisis de la cuestión de las formas de lucha? En
primer lugar, el marxismo se distingue de todas las formas primitivas del
socialismo pues no liga el movimiento a una sola forma determinada de lucha. El
marxismo admite las formas más diversas de lucha; además, no las
"inventa", sino que generaliza, organiza y hace conscientes las
formas de lucha de las clases revolucionarias que aparecen por sí mismas en el
curso del movimiento. El marxismo, totalmente hostil a todas las fórmulas
abstractas, a todas las recetas doctrinas, exige que se preste mucha atención a
la lucha de masas en curso que, con el desarrollo del movimiento, el
crecimiento de la conciencia de las masas y la agudización de las crisis
económicas y políticas, engendra constantemente nuevos y cada vez más diversos
métodos de defensa y ataque. Por esto, el marxismo no rechaza categóricamente
ninguna forma de lucha El marxismo no se limita, en ningún caso, a las formas
de lucha posibles y existentes sólo en un momento dado, admitiendo la aparición
inevitable de formas de lucha nuevas, desconocidas de los militantes de un
período dado, al cambiar la coyuntura social. El marxismo, en este sentido,
aprende, si puede decirse así, de la práctica de las masas, lejos de pretender
enseñar a las masas formas de lucha inventadas por "sistematizadores"
de gabinete.
En segundo
lugar, el marxismo exige que la cuestión de las formas de lucha sea enfocada históricamente.
Plantear esta cuestión fuera de la situación histórica concreta significa no
comprender el abecé del materialismo dialéctico. En los diversos momentos de la
evolución económica, según las diferentes condiciones políticas,
cultural-nacionales, costumbrales, etc., aparecen en primer plano distintas
formas de lucha, y se convierten en las formas de lucha principales; y, en
relación con esto, se modifican a su vez las formas de lucha secundarias,
accesorias. Querer responder sí o no a propósito de un determinado
procedimiento de lucha, sin examinar en detalle la situación concreta de un
movimiento dado, la fase dada de su desenvolvimiento, significa abandonar
completamente la posición del marxismo.
Establecidos
los principios generales del marxismo, pasemos a la revolución rusa. Recordemos
el desarrollo histórico de las formas de lucha que ha hecho aparecer. Primero,
las huelgas económicas de los obreros (1896-1900), después, las manifestaciones
políticas de obreros y estudiantes (1901-1902), las revueltas campesinas
(1902), el principio de las huelgas políticas de masas combinadas de diversos
modos con las manifestaciones (Rostov 1902, las huelgas del verano de 1903, el
9 de enero de 1905), la huelga política en toda Rusia con casos locales de combates
de barricadas (octubre de 1905), la lucha masiva de barricadas y la
insurrección armada (diciembre de 1905), la lucha parlamentaria pacífica
(abril-junio de 1906), los alzamientos militares parciales (junio de 1905-julio
de 1906), las sublevaciones parciales de campesinos (otoño de 1905-otoño de
1906). Tal es el estado de cosas en el otoño de 1906, desde el punto de vista
de las formas de lucha en general. La forma de lucha con que la autocracia
"contesta" es el pogromo de las centurias negras, comenzando por el
de Kishiniov en la primavera de 1903, y terminando por el de Siedlce en el
otoño de 1906. Durante todo este período la organización de pogromos por las
centurias negras y las matanzas de judíos, estudiantes, revolucionarios,
obreros conscientes han ido constantemente en aumento y se han ido
perfeccionando, uniéndose la violencia de la chusma sobornada a la violencia de
las tropas centurionegristas, llegando hasta utilizar la artillería en aldeas y
ciudades, en combinación con expediciones punitivas, trenes de represión, etc.
Tal es el
fondo esencial del cuadro. Sobre este fondo se dibuja el fenómeno a cuyo
estudio y apreciación está consagrado el presente artículo. ¿En qué consiste
este fenómeno? ¿Cuáles son sus formas? y ¿cuáles sus causas? ¿Cuándo surgió y
hasta dónde se ha extendido? ¿Cuál su significación en la marcha general de la
revolución? ¿Cuáles son sus relaciones con la lucha de la clase obrera? Estas
son las cuestiones que debemos abordar ahora, después de haber bosquejado el
fondo general del cuadro.
El fenómeno
que nos interesa es la lucha armada. Sostienen esta lucha individuos aislados y
pequeños grupos. Unos pertenecen a las organizaciones revolucionarias otros (la
mayoría, en cierta parte de Rusia) no pertenecen a ninguna organización
revolucionaria. La lucha armada persigue dos fines diferentes, que es preciso
distinguir rigurosamente: en primer lugar, esta lucha se propone la ejecución
de personas aisladas, de los jefes y subalternos de la policía y del ejército;
en segundo lugar, la confiscación de fondos pertenecientes tanto al gobierno
como a particulares. Parte de las sumas confiscadas va al partido, parte está
consagrada especialmente al armamento y a la preparación de la insurrección,
parte a la manutención de los que sostienen la lucha que caracterizamos. Las
grandes expropiaciones (la del Cáucaso, de más de 200.000 rublos; la de Moscú,
de 875.000 rubios) estaban destinadas precisamente a los partidos
revolucionarios ante todo; las pequeñas expropiaciones sirven en primer lugar,
e incluso a veces enteramente, al sostenimiento de los
"expropiadores". Esta forma de lucha ha tomado un amplio desarrollo y
extensión, indudablemente, tan sólo en 1906, es decir, después de la
insurrección de diciembre. La agudización de la crisis política hasta llegar a
la lucha armada y, sobre todo, la agravación de la miseria, del hambre y del
paro en las aldeas y en las ciudades han desempeñado un importante papel entre
las causas que han originado la lucha de que tratamos. El mundo de los vagabundos,
el "lumpenproletario" y los grupos anarquistas han adoptado esta
forma de lucha como la forma principal y hasta exclusiva de lucha social. Como
forma de lucha empleada en "respuesta" por la autocracia, hay que
considerar: el estado de guerra, la movilización de nuevas tropas, los pogromos
de las centurias negras1 y los consejos de guerra.
El juicio
habitual sobre la lucha que estamos describiendo, se reduce a lo siguiente:
esto es anarquismo, blanquismo, pillaje, el antiguo terrorismo, actos de individuos
aislados de las masas que desmoralizan a los obreros, que apartan de ellos a
los amplios círculos de la población, desorganizan el movimiento y perjudican a
la revolución. En los hechos comunicados todos los días por los periódicos se
encuentran, sin dificultad, ejemplos para confirmar este juicio.
Pero ¿son
convincentes estos ejemplos? Para comprobarlo tomemos el hogar en que esta
forma de lucha está más desarrollada: la región de Letonia. He aquí en qué términos
se lamenta Nóvoie Vremia2 (del 9 y del 12 de septiembre), de la actividad
de los revolucionarios letones. El Partido Obrero Socialdemócrata Letón
(sección del POSDR) publica regularmente 30.000 ejemplares de su periódico; en
las columnas de anuncios de éste se publican listas de confidentes cuya
supresión constituye un deber para cada hombre honrado; los que ayudan a la
policía son declarados "enemigos de la revolución" y deben ser
ejecutados, y, además, confiscados sus bienes; se llama a la población a no dar
dinero para el Partido Socialdemócrata más que contra recibo sellado; en la
última rendición de cuentas del Partido figuran, entre los 48.000 rublos de
ingreso del año, 5.600 rublos de la sección de Libava para la compra de armas,
procurados mediante expropiaciones. Como es natural, Nóvoie Vremia lanza rayos
y centellas contra esta "legislación revolucionaria", contra este
"gobierno de terror".
Nadie se
atreverá a calificar de anarquismo, de blanquismo, de terrorismo, estas acciones
de los revolucionarios letones. Pero, ¿por qué? Porque en este caso es evidente
la relación de la nueva forma de lucha con la insurrección que estalló en
diciembre y que madura de nuevo. En lo que concierne a toda Rusia, esta
relación no es tan perceptible, pero existe. La extensión de la lucha de "guerrillas",
precisamente después de diciembre, su relación con la agravación de la crisis
no sólo económica, sino también política, son innegables. El viejo terrorismo
ruso era obra del intelectual conspirador; ahora, la lucha de guerrillas la
mantiene, por regla general, el obrero combatiente o simplemente el obrero sin
trabajo. Blanquismo y anarquismo se les ocurren fácilmente a gentes que gustan
de los clichés, pero en la atmósfera de insurrección, que de un modo tan
evidente existe en la región de Letonia, es indudable que estas etiquetas
aprendidas de memoria no tienen ningún valor.
El ejemplo
de los letones demuestra perfectamente que el método, tan común entre nosotros,
de analizar la guerra de guerrillas al margen de las condiciones de una
insurrección, es incorrecto, anticientífico y antihistórico. Hay que tener en
cuenta esta atmósfera insurreccional, reflexionar sobre las particularidades
del período transitorio entre los grandes actos de la insurrección, comprender
qué formas de lucha surgen necesariamente como consecuencia de ello y no salir
del paso con un surtido de palabras aprendidas de memoria, que son empleadas lo
mismo por los kadetes3 y por la gente de Nóvoie Vremia :
¡anarquismo, pillaje, rufianismo!
Las
operaciones de guerrillas, se dice, desorganizan nuestro trabajo. Apliquemos
este razonamiento a la situación creada después de diciembre de 1905, a la
época de los pogromos de las centurias negras y de la ley marcial. ¿Qué es lo
que desorganiza más el movimiento en dicha época: la falta de resistencia o
bien la lucha organizada de los guerrilleros? Comparad la Rusia Central con sus
confines del Oeste, con Polonia y la región de Letonia. La lucha de guerrillas
ha adquirido indudablemente mucha más difusión y desarrollo en esos confines
occidentales. Y es no menos innegable que el movimiento revolucionario en
general y el movimiento socialdemócrata en particular, están más desorganizados
en la Rusia Central que en las regiones del Oeste. Evidentemente, ni siquiera
se nos ocurre la idea de deducir que si los movimientos comunistas polaco y
letón están menos desorganizados es gracias a la guerra de guerrillas. No. La
única conclusión que se desprende de ello es que no puede imputarse a la guerra
de guerrillas el estado de desorganización del movimiento obrero comunista en
la Rusia de 1906.
Se invocan
frecuentemente las particularidades de las condiciones nacionales, lo cual
revela manifiestamente la debilidad de la argumentación corriente. Si se trata
de las condiciones nacionales, es que no se trata de anarquismo, de blanquismo,
de terrorismo -- pecados comunes a toda Rusia e incluso específicamente rusos
--, sino de algo diferente. ¡Analizad este algo diferente de un modo concreto,
señores! Veréis entonces que la opresión o el antagonismo nacionales no
explican nada, pues siempre han existido en los confines occidentales, mientras
que la lucha de guerrillas ha sido engendrada solamente por el período
histórico actual. Hay muchos sitios en que existen la opresión y los
antagonismos nacionales, pero no la lucha de guerrillas, que se desarrolla a
veces sin que se dé la opresión nacional. Un análisis concreto de la cuestión
muestra que no es del yugo nacional de lo que se trata, sino de las condiciones
de la insurrección. La lucha de guerrillas es una forma inevitable de lucha en
un momento en que el movimiento de masas ha llegado ya realmente a la
insurrección y en que se producen intervalos más o menos considerables entre
"grandes batallas" de la guerra civil.
No son las
acciones de guerrillas las que desorganizan el movimiento, sino la debilidad
del Partido, que no sabe tomar en sus manos tales acciones. Por eso, entre
nosotros, los rusos, los anatemas lanzados habitualmente contra las acciones de
guerrillas, coinciden con acciones de guerrillas clandestinas, accidentales, no
organizadas, que realmente desorganizan al Partido. Incapaces de comprender
cuáles son las condiciones históricas que engendran esta lucha, somos
igualmente incapaces de contrarrestar sus aspectos perjudiciales. La lucha no
por eso deja de continuarse, pues la provocan potentes factores económicos y
políticos. No tenemos fuerza para suprimir estos factores ni esta lucha.
Nuestras quejas contra la lucha de guerrillas son quejas contra la debilidad de
nuestro Partido en materia de insurrección.
Lo que hemos
dicho de la desorganización se aplica también a la desmoralización. No es la
guerra de guerrillas lo que desmoraliza, sino el carácter inorganizado,
desordenado, sin partido de las acciones de guerrillas. De esta evidentísima
desmoralización no nos salvaremos ni un ápice condenando o maldiciendo las
acciones de guerrillas; pues estas condenaciones y maldiciones son
absolutamente impotentes para detener un fenómeno provocado por causas
económicas y políticas profundas. Se nos objetará que si somos incapaces de
detener un fenómeno anormal y desmoralizador, esto no es razón para que el
Partido adopte procedimientos de lucha anormales y desmoralizadores. Pero tal
objeción sería puramente liberal-burguesa y no marxista, pues un marxista no puede
considerar en general anormales y desmoralizadoras la guerra civil o la guerra
de guerrillas, como una de sus formas. Un marxista se basa en la lucha de
clases y no en la paz social. En ciertos períodos de crisis económicas y
políticas agudas, la lucha de clases, al desenvolverse, se transforma en guerra
civil abierta, es decir, en lucha armada entre dos partes del pueblo. En tales
períodos, el marxista está obligado a tomar posición por la guerra civil, por
la guerra revolucionaria contra el explotador. Toda condenación moral de ésta
es completamente inadmisible desde el punto de vista del marxismo.
En una época
de guerra civil, el ideal del Partido del proletariado es un partido de
combate. Esto es absolutamente incontrovertible. Estamos completamente dispuestos
a conceder que, desde el punto de vista de la guerra civil se puede demostrar,
y se demuestra, la inconveniencia de unas u otras formas de guerra civil en uno
u otro momento. Admitimos plenamente la crítica de las diversas formas de
guerra civil desde el punto de vista de la conveniencia militar y estamos
incondicionalmente de acuerdo en que, en esta cuestión, el voto decisivo
corresponde a los militantes activos bolcheviques de cada localidad. Pero, en
nombre de los principios del marxismo, exigimos absolutamente que nadie intente
sustraerse al análisis de las condiciones de la guerra civil con frases
triviales y rutinarias sobre el anarquismo, el blanquismo y el terrorismo; que
no se haga de los procedimientos insensatos empleados en la guerra de
guerrillas en un cierto momento por cierta organización del Partido Socialista
Polaco, un espantajo en la cuestión de la participación de los comunistas en la
guerra de guerrillas en general.
El argumento
de que la guerra de guerrillas desorganiza el movimiento debe ser apreciado de
manera crítica. Toda forma nueva de lucha, que trae aparejada consigo nuevos
peligros y nuevos sacrificios, "desorganiza", indefectiblemente, las
organizaciones no preparadas para esta nueva forma de lucha. Nuestros antiguos
círculos de propagandistas se desorganizaron al recurrir a los métodos de
agitación. Nuestros comités se desorganizaron al recurrir a las demostraciones.
En toda guerra, cualquier operación lleva un cierto desorden a las filas de los
combatientes. De esto no puede deducirse que no hay que combatir. De esto es
preciso deducir que hay que aprender a combatir. Y nada más.
Cuando veo a
socialdemócratas que declaran arrogante y presuntuosamente: nosotros no somos
anarquistas, ni ladrones, ni bandidos; estamos por encima de todo eso,
rechazamos la guerra de guerrillas, me pregunto: ¿comprenden esas gentes lo que
dicen? En todo el país se libran encuentros armados y choques entre el gobierno
centurionegrista y la población. Es un fenómeno absolutamente inevitable en la
fase actual de desarrollo de la revolución. Espontáneamente, sin organización
-- y, precisamente por eso, en formas a menudo poco afortunadas y malas --, la
población reacciona también mediante colisiones y ataques armados. Estoy de
acuerdo en que, a causa de la debilidad o de la falta de preparación de nuestra
organización, podemos renunciar, en una localidad y en un momento dado, a
colocar esta lucha espontánea bajo la dirección del Partido. Estoy de acuerdo
en que esta cuestión debe ser resuelta por los militantes locales activos, en
que no es cosa fácil reajustar el trabajo de organizaciones débiles y no
preparadas. Pero cuando veo que un teórico o que un publicista de la
socialdemocracia, no lamenta esta falta de preparación, sino que repite con orgullosa
suficiencia y entusiasmo narcisista las frases aprendidas en su primera
juventud sobre el anarquismo, el blanquismo y el terrorismo, me causa una gran
pena el ver rebajar así la doctrina más revolucionaria del mundo.
Se dice que
la guerra de guerrillas aproxima al proletariado consciente a la categoría de
los vagabundos borrachines y degradados. Es cierto. Pero de esto sólo se
desprende que el partido del proletariado no puede nunca considerar la guerra
de guerrillas como el único, ni siquiera como el principal procedimiento de
lucha; que este procedimiento debe estar subordinado a los otros, debe ser
proporcionado a los procedimientos esenciales de lucha, ennoblecido por la
influencia educadora y organizadora del socialismo. Sin esta última condición,
todos, absolutamente todos los procedimientos de lucha, en la sociedad
burguesa, aproximan al proletariado a las diversas capas no proletarias,
situadas por encima o por debajo de él, y, abandonados al curso espontáneo de
los acontecimientos, se desgastan, se pervierten, se prostituyen. Las huelgas,
abandonadas al censo espontáneo de los acontecimientos, degeneran en “Alianzas”,
en acuerdos entre obreros y patronos contra los consumidores. El parlamento
degenera en un burdel, donde una banda de politicastros burgueses comercia al
por mayor y al por menor con la "libertad popular", el
"liberalismo", la "democracia", el republicanismo, el
anticlericalismo, el socialismo y demás mercancías de fácil colocación. La prensa
se transforma en alcahueta barata, en instrumento de corrupción de las masas,
de adulación grosera de los bajos instintos de la muchedumbre, etc., etc. El
comunismo no conoce procedimientos de lucha universales que separen al
proletariado con una muralla china de las capas situadas un poco más arriba o
un poco más abajo de él. El comunismo emplea, en diversas épocas, diversos
procedimientos, rodeando siempre su aplicación de condiciones ideológicas y de
organización rigurosamente determinadas*.
1 Las
centurias negra, centenas negras o centurionegristas fueron un movimiento
antisemita conservador ultrarreaccionario en la Rusia de comienzos del siglo XX
que apoyaba el carácter autocrático del régimen zarista en oposición a los
movimiento revolucionarios en especial el bolchevique. Los miembros de estas
organizaciones venían de diferentes estratos sociales (terratenientes, clero,
alta, y baja burguesía, comerciantes, artesanos, algunos trabajadores y los
llamados desclasados) el régimen zarista y los países imperialistas
proporcionaron apoyo moral y financiero a este movimiento. Los progomos eran
campañas militares sangrientas y brutalmente crueles emprendidas con el fin de
asesinar en masa y públicamente a los judíos de Rusia inicialmente así como de
Ucrania y a las etnias y pueblos del Cáucaso posteriormente.
2 Nóvoie Vremia ("Tiempos
Nuevos"): diario que se publicó en Petersburgo desde 1868 hasta 1917.
Primero fue liberal moderado, y desde 1876, se trasformó en vocero de los círculos
reaccionarios de la nobleza y la burocracia, luchó no solamente contra el
movimiento revolucionario, sino también contra el de la burguesía liberal. A
partir de 1905 se convirtió en órgano de los centurionegristas. Lenin lo
llamaba "modelo de periódico venal". Después de la Revolución
Democrático burguesa de Febrero apoyó sin reservas la política
contrarrevolucionaria del gobierno provisional burgués y desató una furiosa
campaña contra los bolcheviques. Fue clausurado el 8 de noviembre de 1917 por
el Comité Militar Revolucionario adjunto al Soviet de Petrogrado.
3 Kadetes ("Los demócratas
constitucionalistas"): principal partido burgués de Rusia; partido de la
burguesía monárquica liberal, se constituyó en octubre de 1905. Su lider fue P.
Miliukov. Encubriéndose con falsas apariencias de democratismo, se llamaron a
sí mismo el partido de la "libertad del pueblo", se esforzaban por
atraer a su lado a los campesinos. Aspiraban a conservar el zarismo como una
monarquía constitucional. Más tarde, el partido constitucional demócrata se
convirtió en un partido burgués del imperialismo. Después de la victoria de la
Revolución Socialista de Octubre, los kadetes organizaron complots y
sublevaciones contrarrevolucionarias para derrocar la República Soviética.
* Se acusa
frecuentemente a los bolcheviques de asumir una actitud irreflexiva y parcial
frente a las acciones de guerrillas. Por esto no será superfluo recordar que en
el proyecto de resolución sobre las acciones de guerrillas (Nƒ 2 de Partinie
Izvestia No.4 e informe de Lenin acerca del V Congreso) el sector bolchevique
que es quien las defiende ha puesto las condiciones siguientes para su
aprobación: no son toleradas en absoluto las "expropiaciones" de bienes
privados; las "expropiaciones" de bienes del Estado; sólo son
toleradas a condición de que se hagan bajo el control del Partido y de que los
recursos sean destinados a las necesidades de la insurrección. Las acciones de
guerrillas que revisten la forma de actos terroristas son recomendadas contra
los opresores gubernamentales y los elementos activos de las "centurias
negras", pero con las condiciones siguientes: 1) tener en cuenta el estado
de ánimo de las grandes masas; 2) tomar en consideración las condiciones del
movimiento obrero local; 3) preocuparse de no gastar inútilmente las fuerzas
del proletariado.
V. I. Lenin
Fragmento de: LA GUERRA DE GUERRILLAS
Primera publicación: En Proletari, núm. 5, 30 de septiembre de 1906.
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