miércoles, 26 de abril de 2017

CANANEA Cuando vino el Grupo México, “Haga de cuenta que llegó el demonio”


El siguiente artículo es el primero de cuatro que serán publicados por el Frente Revolucionario Comunista basados en el libro de Arturo Cano (fue fundador y director del suplemento político del diario La Jornada, actualmente es cronista y reportero de asuntos especiales de La Jornada) que lleva por título el mismo nombre: “Cananea Cuando vino el Grupo México, “Haga de cuenta que llegó el demonio”.

El objetivo de este compilado de cuatro artículos es el de conocer un poco más a fondo, de mano de relatos y testimonios de los mismos mineros canaenenses, así como de algunos periodistas que vivieron y relataron el auge de la represión en 2010 sobre los mineros de la Mina de Cananea hasta las argucias legaloides y sindicales especialmente, pero que nos dan también una perspectiva y entendimiento del alto nivel de concentración, disposición de combate y disciplina que existe entre los mineros a nivel nacional en especial los que se han organizado y peleado contra el consorcio burgués de German Larrea que comanda el Grupo México, la aristocracia obrera que cosifica y neutraliza su lucha como clase proletaria en favor de sus explotadores y en contra de la represión del Estado mexicano.

La muerte de 63 mineros que hasta hoy permanecen sepultados en Pasta de Conchos, Coahuila(sólo dos fueron rescatados), la brutal represión y desalojo de familiares y mineros en  Las truchas, Michoacán,  Cananea, Sonora; Taxco, Guerrero, Sobrerete, Zacatecas y Pasta de Conchos, Coahuila, así como el asesinato de decenas de mineros en estas violentas embestidas por parte de las fuerzas represivas del Estado mexicano burgués, las constantes violaciones al contrato colectivo de trabajo, la falta total de condiciones mínimas de seguridad, así como la explotación imperante que sufre el trabajador, que, día a día ve su trabajo más precario, su vida y dignidad aún más sometidas y cosificadas, y no menos ultrajadas sus esperanzas de un futuro seguro o por lo menos estable. Estas como muchas vejaciones, abusos, violaciones y crímenes más, son cometidos hoy y desde hace ya bastantes años, por el consorcio empresarial del cual es dueño el segundo hombre más rico del país German Larrea, el cual ha sido protegido con toda la fuerza bruta, legalidad burguesa, recursos y medios de los que dispone el Estado mexicano.

Son estos nombres principalmente como los de German Larrea como los de Javier Lozano, Fernando Gómez Mont, Javier Villareal, Felipe Calderon, y otros más que aparecerán en este compilado, a quienes debemos dirigir nuestras miras como trabajadores, al sistema capitalista que sustenta esta clase y personas tan despreciables como ellos, son ellos la clase dominante burguesa y sus agentes más destacados la aristocracia obrera, y los gobernantes serviles que representan el Estado que los protege (con nombre y apellido), contra quienes debemos ejercer una lucha sin tregua ni cuartel, son ellos los verdaderos delincuentes, criminales y asesinos, son ellos quienes usufructúan y despojan al trabajador los frutos de su trabajo, son ellos quienes confrontan a los explotados entre sí, obreros sindicalizados contra trabajadores del outsoursing, y son ellos los verdaderos responsables de la situación en extremo decadente y lacerante que vive la mayoría de los trabajadores mexicanos junto con sus familias, así como en otras partes del mundo (Asarco en Arizona es una mina en manos también de Grupo México).  

Es momento de comprender como trabajadores y como pueblo que no valen nada las promesas vacías, las dadivas, ni los “apoyos y bonos especiales” frente a la posibilidad de un futuro diferente, que es indigno y vergonzante vivir bajo esta explotación que nos deshumaniza y que hace nuestra vida miserable, pero sobre todo es momento de comprender que la posibilidad de cambiar de manera radical los cimientos de esta sociedad vieja y moribunda, son hoy una necesidad imprescindible de nuestro pueblo y de la humanidad.

Imagen de Frente Oriente: Las manos de los obreros no están hechas para pedir limosna.



(I)  ”EL ASALTO A CANANEA”.


7 de junio. Manny Armenta lo miró con sus propios ojos: el desalojo de la mina de Cananea no fue pacífico, como dice la Secretaria de Gobernación. “Yo fui de quienes propuso a la gente replegarse al edificio del sindicato; había mujeres, niños, muchos jóvenes. Hasta ahí fue la policía a echar gases lacrimógenos, y la gente se tuvo que salir por las ventanas.”
En la funeraria cercana se suman otros testimonios. El muerto se quedó sólo porque los deudos salieron con los ojos llorosos por los gases de la Policía Federal (PF). Mineros, lugareños y periodistas atesoran cual souvenirs los restos de la desigual batalla: casquillos de bala de distintos calibres, cilindros de gas lacrimógeno, bolas de metal lanzadas por quién sabe qué. En la calle que conduce a la entrada principal de la mina de Cananea los rastros de la batalla son piedras son piedras sobre el pavimento y dos vidrios rotos en una mueblería abandonada, cuya propiedad se atribuye a familiares del gobernador panista Guillermo Padrés, oriundo de este lugar.   

Los testimonios de trabajadores de la minera de Cananea coinciden con el de Manny. La toma de la mina se hizo no por las puertas custodiadas por los mineros, sino por la parte trasera de los gigantescos cerros mochos llenos de cobre.
Las fuerzas federales contaron con apoyo estatal y municipal; aquí nadie se quejó de falta de coordinación entre niveles de gobierno, como ocurre en la “lucha contra la delincuencia”. Las tres fuerzas, pues, entraron por la puerta de atrás, por un rancho y un basurero, para consumar el fin impuesto de una huelga (ya establecido en una resolución de la Suprema Corte de Justicia de La nación, ilegal, como lo denunciaron los trabajadores mineros) que ha costado mil 500 millones de dólares o el doble a los dueños de la minera, dependiendo del informe que se dé por bueno de los emitidos por el consorcio de German Larrea, el Grupo México.
Las pérdidas del también dueño de Pasta de Conchos son significativas, pero poco le dicen a los miles canaenenses, que dependen directa o indirectamente de la mina y que han padecido el cierre. O sí, porque tan larga como la huelga es la campaña negra contra los trabajadores de la sección 65 del sindicato minero. Largas son las dadivas para dividir a los mineros y a los lugares (de las cual ha sido participe igualmente su secretario general exiliado en Canadá), con el resultado de una ciudad partida que este día escucha en taquerías y cafés, en los autos y todas las casas, el “luminoso” futuro que promete el gobernador, el secretario del trabajo, Javier Lozano, y el director ejecutivo del Grupo México.
Cananea Estado de sitio.
Para no ir más lejos, la región le debe a la larga huelga, que el Gobierno Federal prometa, desde Hermosillo, cumplir el viejo sueño de carretera de cuatros carriles entre esta ciudad, Imuris y Agua Prieta. La enorme lista de promesas hace tocar el cielo de los canaenenses, incluyendo a los mineros a quienes les ofrecen liquidación y recontratación, que inmediatamente es rechazada, por eso los mineros advierten, “Queremos trabajar conforme al contrato colectivo”.
“¿Ya ven? La clase obrera sí va al paraíso, siempre y cuando abandone la huelga y la lucha.”
La mentira de la “toma pacífica” es no menos que burda, falsa y tendenciosa. Como lo es que las autoridades digan que los agentes no portaban armas de fuego, aunque hay fotografías y cientos de testimonios que muestran lo contrario. En cambio hechos no menos graves pero ocultados por los medios de “comunicación” y los tres niveles de gobierno, como lo es la detención de cinco mineros, entregados a la custodia de autoridades municipales hasta el mediodía, 16 horas después de ser aprendidos, sin cargos, “solo para investigación”, según le informan a Rene Saracco, visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, parecen no tener cabida dentro de la memoria de estos predicadores mesiánicos charlatanes y mezquinos.
Como lo relata uno de los familiares: “Es grave que lo hayan tenido incomunicados y que además nos hayan negado tenerlos detenidos.” Tanto la Policía Federal como la policía ministerial del Estado negaron tenerlos detenidos, hasta que una funcionaria municipal permitio localizar a Luis Alberto Torres, Rodolfo Vazquez Serrano, Luis Borbón Pérez, Maercelo Lara y Everardo Ochoa. 
Los cinco mineros detenidos refieren a los funcionarios de Derechos Humanos, además, que los tuvieron varias horas en el cerro, hincados y amarrados con lazos.
Todo, durante el asalto “pacífico y legal” del secretario Gomez Mont.

“El gobierno mexicano miente”, dice el ciudadano norteamericano Manny Armenta, quien tiene dos cosas en común con los trabajadores echados de la mina: También es minero y trabaja para el mismo patrón, el mexicano German Larrea, dueño de Arsaco, empresa con minas en Arizona.
La organización de Armenta (United SteelWorkers, USW) ha tenido presencia permanente en Cananea y esta mañana, apenas se confirman los datos del desalojo, Leo W. Gerard, presidente de USW Internacional, declara: “El presidente de México, Felipe Calderón, ha puesto en marcha un régimen de terror contra los trabajadores”.
La agrupación sindical hace un llamado al congreso de los Estados Unidos para detener la entrega de fondos a las fuerzas de seguridad mexicanas, puesto que pueden y son utilizadas para atacar a los trabajadores que ejercen su libertad de asociación y organización.


Van a echar pedradas.



Dos helicópteros que vuelan bajito dan la bienvenida a Cananea. Los cerros enormes, barquillos invertidos rebanados por un cuchillo gigante, hacen que la ciudad parezca una maqueta brillante. Las calles lucen más solitarias en tanto los visitantes se acercan más a la mina. Al mediodía los comercios y ecuelas más cercanos están cerrados. Pero conforme se acerca la tarde comienzan a abrir.

Amonos, porque van a empezar a echar pedradas”, grita un niño y echa a correr. Pero nada pasa. No a esta hora de la tarde. Los gases volaron de madrugada, los tiros tronaron a la misma hora (“dos heridos leves”, dicen las autoridades). Un “incendio no esclarecido” (es decir, que no se sabe qué bando lo inició) acabó con una oficinas antiguas de la minera.

Más tarde las fuerzas federales (dos mil policías contra 900 mineros en lucha) la emprendieron contra el local de la sección 65 del sindicato minero, para desalentar, dicen los compañeros, cualquier intento de reorganización o  retoma. Los policías lanzan gases contra la puerta donde cuelga una manta enviada por los padres de los niños asesinados en el incendio de la Guardería ABC, que dice: “Los agresores de los mineros, son los asesinos de nuestros hijos”.


A eso de las 10 hay un agarrón, mineros que resisten contra la embestida represiva de los policías. La presencia de los agentes federales en las calles de la ciudad es vista como una afrenta. Después de lanzar gases, pedradas y algunas detonaciones, los federales se replegaron a la mina. “ que se queden allá, al fin que ya la tienen”, dice un trabajador.

Ya la tienen, y con ella Grupo México se enfila, con su filial Arsaco en Estados Unidos, a volver a la competencia contra la principal explotadora y productora de cobre del mundo, la chilena Codelco.

El sindicato minero lanza un comunicado mañanero en el que hace responsable al gobierno de Felipe Calderon de los resultados de violencia y sangre que se han presentado y que se puedan presentar en adelante. También exige de manera terminante que este gobierno dé marcha atrás en esta invasión militar e ilegal de la mina de Cananea y que retire y cancele la concesión a Grupo México.

Pero más allá de esas fórmulas no se ve muy claro como responderán los mineros al descontón. A media tarde, el comité de huelga sostiene una videoconferencia con el comité nacional del gremio. Abundan los reproches y las denuncias: Uno de los detenidos informa que hay dos muertos adentro. “¿Y para cuando el paro nacional? ¡Desde que empezamos están con eso y nada!”, les llueve a Sergio Beltrán, Gómez Urrutia y otros dirigentes nacionales. Jesus Verduzco, presidente del comité de huelga, nomás resopla con las informaciones de muertos, de ambulancias que salen con algo envuelto en sábanas.

A falta de otra estrategia, ocultos los principales líderes (Sergio Tolano, secretario general, y Juan Gutiérrez, delegado del comité nacional) por los rumores de órdenes de aprensión en su contra, unos centenares de trabajadores marchan al palacio municipal, en busca de sus compañeros detenidos.

A los pocos minutos llegan cien elementos antimotines, estatales y municipales, que amagan con sus toletes. Hay insultos a granel y ratos tensos que se rompen cuando una aguerrida mujer descubre que un policía porta el escudo al revés: “¡Pendejo, ni sabes lo que haces, ni sabes leer!”. A la risotada sigue la información del sitio donde tienen a los cinco detenidos.

Los trabajadores acuden a la oficina del Ministerio Publico, done torpemente las autoridades llevan a los detenidos, dado que es un punto muy cercano a la puerta principal de la minera.

Más tarde, en uno de los muchos mítines vespertinos, hablan de dos detenidos más: “Les dieron agua hasta que llegamos nosotros a verlos”.

Por ahí anda también el fotógrafo local Alfredo Zambrano, detenido y golpeado por policías federales porque, según su testimonio, les tomo fotografías trepados en una cuatrimoto y una camioneta propiedad de los mineros.

FOTÓGRAFO DETENIDO EN CANANEA. "Alfredo Zambrano fue detenido y golpeado por haber tomado placas a policías federales que, dijo, montaban una cuatrimoto y un vehículo propiedad de los mineros" Foto Arturo Cano.

En la espera se desgranan los testimonios de la participación de un grupo de porros en el desalojo, del pueblo dividido que es Cananea, para corroborarlo un individuo que pasa en su auto grita: “¡Mitoteros!”).

El alcalde Reginaldo Moreno la hace de pitoniso a toro pasado: “El desalojo era algo que se veía venir”. Aunque añade que todo el municipio funciona normalmente, declara ley seca desde las 10 de la mañana. A los mineros, sin embrago, se les ven muchas ganas de mentar madres, pero no de tomarse unas cervezas.

El gobernador Padrés, natural de esta tierra, había prometido que no se emplearía la fuerza, pero hoy resume el verdadero ánimo de la autoridad: “Hemos sido muy prudentes y muy tolerantes”.

La huelga de cananea fue una huelga laboral contra la empresa "cananea consolidated copper company" Al comenzar el siglo xx, los propietarios de las zonas mineras era inversionistas extranjeros beneficiados por las políticas impulsadas por el régimen de Porfirio Diaz; por el contrario, los Obreros mexicanos que operaban las minas vivían en condiciones de explotación y pobreza con escasos derechos laborales.

Sin embrago además nadie puede descartar el tino histórico. Justo hace 104 años, el 06 de junio de 1906, las actividades de la minera de Cananea regresaron a la normalidad, tras la muerte de veintitrés mineros y la detención de los líderes de la huelga. El operativo federal de 2010 comenzó la noche del 6 de Julio. ¿El homenajazo será parte de los festejos del centenario de la revolución y la traición de Carranza?

1 comentario:

  1. MUY INTERESANTE, ES INDISPENSABLE RESCATARLA MEMORIA DE LUCHA SOCIAL Y DARLA A CONOCER, MUY BUEN ESFUERZO, ADELANTE.

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